En los últimos tiempos el mundo del deporte anda revuelto
por las manchas del doping, casos como el de Ben Jonhson y ultimamente los de
Lance Armstrong o la Operación Puerto nos muestran la cara menos amable del
deporte profesional. Todos intuimos, por multiples razones, que el deporte
profesional no es sano para el que lo practica, pero es una actividad que puede
reportar enormes beneficios tanto económicos como de reconocimiento personal y
social, y esto hace que algunos se dejen llevar por el lado oscuro. Todo este
tema del doping nos aparece en el siglo XX, sobre todo en su segunda mitad ¿por
que?, muy sencillo es cuando el deporte se convierte en un fenómeno de masas. Pero esto no es realmente cierto, y para ello tenemos que echar la vista atras
¿en que época el deporte fue tambien un fenómeno de masas y sus campeones
jaleados como si fueran semidioses?, así es, me estoy refiriendo a la
antigüedad clásica, a Grecia y Roma.
Y es que en aquellos años los deportistas alcanzaron un
estatus similar al actual. El deporte formaba parte del día a día de aquellas
sociedades. Lo que originó la desaparición del deportista aficionado de las
grandes competiciones y la generación de una élite de deportistas profesionales.
Y es que se calcula, hay quien se ha tomado la molestia de echar las cuentas,
que una victoria olímpica en la antigüedad suponia un premio equivalente a
casi medio millón de dólares actuales, si a esto le añadimos otras recompensas
en especie como casas, exenciones fiscales o del servicio militar, el cocktail
está servido. El soborno y el engaño se propagaron como un reguro de pólvora. Y
¿que mejor engaño que la ingestión de sustancias que mejoraran los resultados?
Claro que los brebajes que bebian esta gente hoy en día nos hacen, como poco,
esbozar una sonrisa, ya que estos tenían los sujerentes nombres de "Sangre
de Hefesto", "Hueso de Ibis" o "Semen de Hercules",
unos nombres muy grandilocuentes para lo que realmente eran, es decir, ajenjo,
espino y hoja de mostaza respectivamente. Claro que también habia quien
consumia testículos de perro e incluso los que arriesgaban su vida extirpandose
el bazo, en la creencia que eso aumentaba su rendimiento.
Pero nuestros atletas de entonces no solo recurrian a
sustancias, también buscaban la ayuda mágica de los amuletos, así creian, por
ejemplo, que las patas de los reptiles les proporcionaba mejor flexibilidad y
una zancada más amplia, también recurrian a los conjuros y los hechizos a fin
de asegurarse una plaza en podio. Esto, que ahora nos parece de los más vanal,
en aquellos años tenía su aquel, ya que aquellos hombres eran muy
supersticiosos y la creencia en la ayuda mágica les hacia aumentar su
rendimiento, y es que “la fe mueve montañas”. Tal es así que en los juegos
olímpicos estaban prohibidos y si los pescaban en una de estas prácticas eran
descalificados y su reputación se hundia para siempre. Así que todo esto,
evidentemente, se hacía en la mas absoluta clandestinidad, lo que produjo la
aparición de redes ilegales de tráfico de sustancias y amuletos, es decir,
exactamente igual que ahora.
¿Cuando finalizó todo esto?, pues cuando el deporte perdió
su papel social y con su prohibiciòn por Teodosio. A partir de entonces lo más
parecido al deporte profesional lo tenemos en las justas de los caballeros medievales.
Y asi llegamos al año 1886 cuando un ciclista británico
murió en la Paris-Burdeos por una sobredososis de trimetilo, que es una
sustancia química que se usa, entre otras cosas, en soldaduras, como
conservante de madera o como disolvente de resinas, pinturas y barnices.
Asi que, vemos que en todas las épocas el dinero y la gloria
terminan por corromper el espíritu del hombre, y esa imagen que tenemos de los
atletas clásicos de seres rectos y puros tiene algún que otro clarooscuro.
Fuentes:
www.efdeportes.com
www.buenastareas.com
www.ochavada.com
www.monografias.com
www.m-x.com.mx
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