jueves, 22 de julio de 2010

Relato Veraniego. La Casa Añil

Dado que estamos en verano y en esta época todo se vuelve más laxo, me voy a permitir la licencia de saltarme la razón de ser de este blog, es decir, la historia. 

Este relato está inspirado en una casa que vi a la vuelta de la playa, está localizada en algún lugar entre Albacete y Murcia pero es totalmente ficticio.

En fin, que no me quiero enrollar mucho y espero que no os disguste demasiado...:



Bárbara era una niña especial, siempre lo había sido, así la llamaba mamá, “especial”, y así era el colegio al que siempre había ido, un colegio para niños especiales como Bárbara.

Bárbara vivía con su hermana Clara que, aunque era más pequeña, ya tenía que trabajar; ella “no era especial”. Bárbara no paraba de aprender cosas útiles, dibujar, recortar, tejer y sobre todo fabricar cosas con arcilla y así era todo lo que hacía en su cole especial. Clara en cambio tenía que ir a un sitio inútil al que llamaba “oficina”; iba todos los días y pasaba muchas horas allí, pero nunca traía nada práctico a casa, no como las figurillas de Bárbara que si que eran útiles, para guardar lápices, dejar las llaves, meter caramelos, etc. toda la casa estaba llena de los trabajos que hacía en el cole. Con ellas también vivía la hija de Clara, se llamaba Isabela, como mamá. A Bárbara, Isabela la llamaba tía, aunque a Bárbara nadie le había explicado qué significaba eso.

En la casa también vivía Carlos, el marido de Clara y padre de Isabela. Carlos se dedicaba a viajar; pero eso a Bárbara no le gustaba. Un día su papá salió de viaje y ya no volvió. Y una vez que su mamá se puso malita mandaron a Bárbara a vivir unos días con unas personas que la llamaban prima, aunque a Bárbara nadie le explicó qué significaba eso. A la vuelta su mamá ya no estaba, también se había ido de viaje y tampoco regresó nunca. Por eso no le gustaba que Carlos viajase, Carlos le caía bien y no quería que dejara de volver.

Una vez en el cole les contaron el cuento del hada que vivía en una casa de color añil; a Bárbara le encantó la historia tanto, que solo pensaba en vivir en una casa de color añil como el hada; su deseo cuando soplaba las velas de cumpleaños era una casa de color añil; su carta a los Reyes Magos era siempre pidiendo una casa de color añil y a Clara no paraba de preguntarle "¿cuando vamos a vivir en una casa de color añil?"

Un día Clara le dijo que tenía una sorpresa, que iban a salir de viaje todos juntos y que al final vería una cosa maravillosa. Lo del viaje a Bárbara no le gustaba, ella quería volver a su habitación y a su cole especial con sus compañeros especiales como ella. Se montaron los cuatro en el coche, Carlos y Clara delante y detrás Isabela y Bárbara. Salieron de la ciudad y pusieron rumbo al campo. Clara y Carlos no paraban de decirle que se iba a poner muy contenta y que no se imaginaba lo que iba a encontrarse, pero Bárbara veía que iban de camino al pueblo,


  • no se qué sorpresa me van a dar en el pueblo.
Cuando llegaron frente a la casa, Bárbara arrugó la frente, tenía una pinta extraña y un color raro.


  • Tachán!!!! -anunció su hermana Clara- la hemos arreglado para pasar aquí los veranos y la hemos pintado de añil para que cumplas tu deseo ¿te gusta?


  • No.
    A Bárbara nadie le había explicado como era el color añil.