martes, 28 de junio de 2011

Real Coliseo Carlos III de Aranjuez

Hasta la llegada de la Dinastía Borbónica las representaciones teatrales, salvo la excepción del Coliseo del Palacio del Buen Retiro,  en España se realizaban en infraestructuras provisionales en plazas, patios y corralas, buen ejemplo de ello es el Corral de Comedias de Almagro.

La nueva corte, muy aficionada a la actividad teatral, se propuso dotar a los Reales Sitios de locales permanentes para estas representaciones.

Así en el reinado de Carlos III, entre 1770 y 1778, y bajo el diseño del arquitecto francés Jaime Marquet se construyeron 3 de estos teatros de corte en Aranjuez, El Pardo y San Lorenzo del Escorial, de los cuales se conservan en nuestros días el primero y el tercero, habiéndose perdido el del Pardo. Estos teatros siguieron la línea, o la moda, de otras construcciones similares en las cortes europeas como el de Swetzingen en Alemania (1752) o el teatro Drottinholm de la corte de Estocolmo (1770).


El de Aranjuez, objeto de esta entrada, acaba de ser rehabilitado, o más correctamente reconstruido. Y es que desde los años 90 del siglo pasado prácticamente solo conservaba en pie su fachada principal. La reconstrucción ha sido realizada por el arquitecto Mariano Bayón, el mismo que ha rehabilitado el teatro de corte de El Escorial. En la obra se ha mantenido el diseño, la planta y muchos de los ornamentos originales del edificio como los frescos y las vigorosas vigas de madera de la nave principal.

Y es que el edificio ribereño a lo largo de sus casi dos siglos y medio de historia, posiblemente sea el teatro cubierto más antiguo de España, ha pasado por multitud de avatares y usos, no solo como teatro o sala de representaciones líricas como óperas y zarzuelas, sino que a comienzos del siglo XX era utilizado también como sala de baile, para lo que se tenían que retirar las butacas, y en 1933 fue finalmente reconvertido en cine hasta 1989, fecha en la que cerró sus puertas, hasta nuestros días en los que vuelve a renacer nuevamente con su función original, es decir, la de teatro.

Fuentes:
Revista: AranjueZ.
foto 1 de Juanin







miércoles, 15 de junio de 2011

Alhucemas: Tras el fracaso de Gallipoli, las operaciones anfibias se escribieron en español.

Hoy es un día importante para este blog ya que estrenamos colaborador, se trata Luis Carvajal Romero, Comandante de Infantería de Marina de la Armada Española y del que tengo la suerte de ser amigo desde hace muchos años. Luis y yo hemos compartido muchas cosas, desde pipas y litros de cerveza en la Plaza en Cuenca, a grandes discursiones bizantinas sobre el bien y el mál. Así que ¿por que no compartir también artículos? y además como él bien me apuntó "porque creo que es bueno que exista un nexo de unión entre la sociedad civil y la militar. Ya que esta última nace y pervive por y para la primera".

Sobre este artículo comentaros que ha sido publicado por la Gazeta del Cuerpo de Marines de los EE.UU, así que, si alguien quiere leerlo en su versión original en inglés no tiene nada más que pulsar este link. También por este motivo encontráreis tantas referencias a dicho cuerpo a lo largo del artículo.

Terminadas las presentaciones os dejo con la narración sobre el "Desembarco de Alhucemas", espero que os guste:


Las operaciones anfibias pueden sobrevivir a Gallipoli. Esto es exactamente lo que los gobernantes españoles pensaron en 1925 cuando, solo unos pocos años después de Gallipoli, las Fuerzas Armadas Españolas planearon y ejecutaron satisfactoriamente la primera operación anfibia a gran escala del mundo en Alhucemas. Ni británicos ni norteamericanos fueron los primeros en desarrollar este tipo de guerra en el siglo XX. Los historiadores militares deberían reconocer las contribuciones españolas a las operaciones anfibias. Mientras la comunidad internacional buscaba respuestas tras el desastre de los Dardanelos, los españoles con el espíritu emprendedor que les caracterizan, realizaron con éxito este nuevo tipo de guerra desde el mar.

El desastre de Gallipoli de 1915 forzó un replanteamiento crítico de la doctrina anfibia en todo el mundo. La Comisión de los Dardanelos, constituida dos años después para investigar la fallida expedición, planteó sus conclusiones en un informe considerado unánimemente como insípido y que fue fuertemente censurado por las principales figuras políticas y militares.

Las fuerzas españolas eligieron el 8 de septiembre de 1925, como el día D para la operación de Alhucemas. Los estrategas españoles utilizaron los errores de Gallipoli a fin de no caer en los mismos en Alhucemas. Esta operación anfibia fue única en su momento por la cuidadosa preparación, su satisfactoria ejecución y su gran importancia en los niveles político y estratégicos del momento.

En los primeros años del siglo XX, España tenía grandes problemas con sus colonias en Marruecos. Parecía ser el principio del fin del Imperio Español en el norte de África. Alhucemas ayudó a lograr una pausa en la campaña al introducir tropas españolas en el corazón de la insurgencia.

Por otra parte, Estados Unidos en aquel momento estaba buscando respuestas sobre el futuro de este nuevo tipo de maniobra desde la mar. El Cuerpo de Marines, en particular, podría haber tenido en cuenta esta operación española para apoyar el desarrollo de su doctrina. Más tarde, durante la II Guerra Mundial, operaciones anfibias, como Guadalcanal y Normandía demostraron como las operaciones anfibias pueden ser las garantes de la iniciativa y sorpresa, ambos principios vitales de la guerra moderna. Los mandos militares de EE.UU piensan que esas operaciones anfibias a gran escala fueron las primeras tras Gallipoli, ignorando que el Gobierno Español había ejecutado una 15 años antes.

Doctrina anfibia del Cuerpo de Marines después de Gallipoli

El Cuerpo de Marines de EE.UU trató de desarrollar a comienzos del siglo XX un nuevo concepto de operaciones expedicionarias con el fin de dominar, aprovechar y establecer de forma segura bases navales preposicionadas en su zona de influencia. Es objetivo se destacó durante la guerra contra Japón en el Pacífico. El Cuerpo de Marines no tenía ninguna doctrina relevante sobre las operaciones anfibias, así que buscó respuestas en Gallipoli. Aprendiendo de este fracaso, las escuelas de Marines formaron comités para estudiar este ejemplo de operaciones de desembarco. Los comités finalmente prepararon su propio manual doctrinal.

El manual, completado en 1934, tuvo en cuenta los precedentes históricos, debido a la falta de experiencia en operaciones a gran escala de sus autores. De hecho, los EE.UU tenían experiencia en operaciones en México, Cuba y Nicaragua, pero no la tenían en operaciones a gran escala. Centraron su atención en los errores de Gallipoli, tales como la fatiga y el estrés de las tropas antes del desembarco. Se dieron cuenta, durante la elaboración del manual, de la necesidad de contar con fuego naval, apoyo de artillería móvil desde el primer momento, redundancia en los sistemas de comunicaciones y un reconocimiento sólido, sobre todo por vía aérea. También identificó los problemas de abastecimiento y transporte asociados con un asalto a una playa. Sin embargo, no se dieron cuenta que las Fuerzas Armadas Españolas ya habían puesto estas lecciones a prueba, años antes, en un desembarco real.

El manual del Cuerpo de Marines fue el precursor de las operaciones anfibias tal y como se las conoce hoy en día. Los marines cambiaron y reorganizaron la estructura de sus fuerzas. Disolvieron la vieja fuerza expedicionaria dentro de la Fleet Marine Force (FMC). La FMC fue organizada para ser rápidamente movilizada para su empleo expedicionario. La creación de esta fuerza fue el mayor paso del Cuerpo de Marines para el cumplimiento de sus nuevas misiones en el Pacífico.

Alhucemas

Preparación de la batalla. La bahía de Alhucemas se sitúa en la costa norte de Marruecos y abarca unos 40 Km. Este terreno es montañoso y agreste pero con una suave pendiente que va de este a oeste y que discurre paralelo a costa. Existe un flujo de corrientes en todas direcciones que impide el movimiento a altas cotas. Las temperaturas pueden variar rápidamente desde 1 a 50 ºC.

Fuerzas propias y enemigas. Por el lado español el responsable de la operación fue el General Primo de Rivera, el cual tenía bajo su mando las tropas aéreas, navales y la fuerza de desembarco, con un total de 19000 hombres, 54 naves y 14 aeronaves. Las fuerzas españolas se dividieron en dos brigadas de cara al desembarco. Estas brigadas estaban compuestas de unidades de asalto, a fin de aportar elementos de apoyo y de reserva.

Por el contrario, el mando enemigo (Abd-El-Krim) había organizado a las tribus locales al modo de una fuerza convencional, formando en 1922 un ejército de alrededor de 80000 hombres. Poseían un formidable arsenal de artillería, la mayor parte sustraída a españoles y franceses, pero tenían una gran carencia de fuerzas de combate navales y aéreas.

Desarrollo

Planificación. El objetivo final de las tropas españolas era ocupar una base de operaciones en Alhucemas capaz de albergar 20000 soldados. Los distintos servicios de las Fuerzas Armadas intercambiaron oficiales de enlace entre el personal del aire, la marina y las distintas ramas de las operaciones terrestres, a fin de coordinar mejor todos los planes. Tras el reconocimiento aéreo los mandos decidieron desembarcar en tres playas diferentes para garantizar la sorpresa de la operación y establecer una cabeza de playa. Tras asegurar la zona, se debía continuar tierra adentro hasta apoderarse de Axdir, principal núcleo rebelde y corazón de su movimiento. Para el desembarco se utilizaron 11 lanchas de desembarco tipo “K” que habían sido utilizadas en Gallipoli.

Embarque. El 2 de septiembre de 1925, los logistas comenzaron a cargar todo el material en los barcos. Se utilizaron tanto buques militares como civiles, el embarque se realizó teniendo en cuenta algunos de los principios que aún hoy en día se utilizan en este tipo de operaciones, como la flexibilidad y la dispersión. Tres días después de la partida del material, se embarcaron las tropas de una forma similar a como se realizó la carga de los aprovisionamientos. Las dos fuerzas de combate se embarcaron en buques diferentes para evitar la concentración de fuerzas y potencia de combate.

Ensayo. Las unidades habían estado adiestrándose durante todo el verano con el fin de estar eficazmente preparados. Una vez comenzada la operación, se desarrollaron desembarcos locales a lo largo de la costa de Marruecos con el fin de distraer al enemigo y como ensayo final para el desembarco real en Alhucemas.

Movimiento al objetivo. El general y todo su Estado Mayor embarcaron a bordo del buque Alfonso XIII donde se continuó con el planeamiento durante la aproximación a la zona objetivo anfibia. Es importante destacar que España tenía elementos de reconocimiento a pie de campo que proporcionaron información acerca de la disposición y movimiento de tropas. El personal español utilizó globos aerostáticos de reconocimiento para recabar información desde el aire. Todos estos elementos de inteligencia fueron muy útiles a lo largo de toda la operación.

Asalto. Finalmente, el 8 de septiembre de 1925, los buques españoles abrieron fuego contra las posiciones enemigas en tierra, centrándose en las baterías de costa. Más tarde, las olas de asalto de embarcaciones K y las unidades tocaron tierra y establecieron una cabeza de playa para garantizar el resto de las operaciones. Uno de los problemas apareció en el mismo desembarco, ya que el enemigo había minado la playa. Los ingenieros, de las primeras oleadas, limpiaron la playa para que las tropas fueran capaces de llegar a tierra. Al llegar la noche se habían desembarcado 8000 soldados y 10000 toneladas de material, listos para continuar las acciones.

Como resultado de estas operaciones, el comandante enemigo, Abd-el-Krim, fue incapaz de detener el avance, por lo que trató de dividir los esfuerzos de los españoles atacando una fortaleza en Tetuán lejos de la zona de operaciones. Una reserva de 2000 soldados fue desembarcada en ese lugar, lo que impidió que el enemigo tomara dicha fortaleza. Por último, esta reserva de tropas logró de nuevo el control total de la zona.

El 12 de octubre de 1925, las fuerzas españolas habían finalizado sus operaciones en Axdir, donde tomaron 20 kilómetros cuadrados de terreno en 24 días, hicieron retirarse al enemigo y llevaron a cabo la misión minimizando el número de bajas.

Análisis de las acciones bélicas

Mando y Control. La preparación y la planificación fueron estudiadas cuidadosamente. Cada error cometido el Gallipoli fue tomado en cuenta. La calidad del desembarco fue única en la guerra moderna. Las fuerzas españolas estaban bajo un solo mando y los ejércitos (la Armada, el ejército de tierra y del aire) tuvieron una sola cadena de mando.

Uno de los grandes hitos de la doctrina anfibia fue la concurrencia en la organización de las fuerzas navales y terrestres. Como resultado, los españoles unificaron y aumentaron la interoperabilidad de todas las comunicaciones y aseguraron un enlace seguro entre todas las unidades implicadas. Una parte de las comunicaciones consistieron en la creación de un sistema físico de transmisión de señales para indicar los sucesos más importantes durante la operación, tales como los movimientos a tierra de los buques, el desembarco y el asalto. Estas señales ayudaron a los comandantes a llevar un mejor control de la operación.

Maniobra. Los españoles se encontraron con un terreno muy difícil en Alhucemas. La geografía es dura y no todas las playas son adecuadas para el desembarco. Abd-El-Krim, que conocía estas restricciones organizó muy bien su defensa para tomar ventaja de la situación. Los estrategas españoles idearon diferentes esquemas de maniobra para permitir rápidamente cambiar el curso de la acción si era necesario. Maniobraron utilizando el mar como una vía de aproximación y ataque a donde los rebeldes eran más vulnerables, un buen ejemplo de maniobra frente a guerra de desgaste. El general Primo de Rivera mantuvo en los barcos una reserva de tropas, una decisión vital para derrotar al enemigo en Tetuán, ya que el empleo de la reserva no restó impulso en Alhucemas.

Logística. La cartografía se unificó y se estudió antes del desembarco. Y es que la organización logística también fue una gran innovación. El material fue embarcado tácticamente y en orden inverso al de desembarco. El material de combate fue clasificado, separado por clases y embarcado en distintos buques para también asegurar la dispersión. Se utilizaron el mismo tipo de embarcaciones K que los usados por los aliados en Gallipoli. En contraposición, el transporte de material hubiera necesitado de otro tipo de embarcaciones ya que las “K” se utilizaron exclusivamente para el desembarco a tierra de fuerzas de combate.

Fuego de apoyo. Para todos los medios de apoyo de fuegos se estableció un plan de apoyo. Las baterías situadas en la isla de Alhucemas fueron utilizadas especialmente cuando las primeras oleadas llegaron a la playa, ya que las unidades de asalto no disponían de ningún otro apoyo. Sin embargo, este cuidadoso plan no pudo evitar el que se produjeran bajas propias a causa del fuego naval. El apoyo de fuegos falló en el apoyo general y en la preparación de contrabatería del enemigo en las inmediaciones de la playa.

Movilidad, contramovilidad y protección. La organización de los ingenieros fue otra innovación. En cada unidad independiente había ingenieros para eliminar posibles campos de minas y construir obstáculos artificiales para asegurar la cabeza de playa establecida. Esta organización permitió un desembarco continuo sin importar la existencia o no de minas en la playa.

Inteligencia. La operación fue preparada con tal éxito que el enemigo no sabía que el desembarco iba a tener lugar. Se envió personal de reconocimiento para recabar información sobre la posición y disposición de las fuerzas enemigas. Estas operaciones se desarrollaron con un reconocimiento aéreo profundo.

Por otra parte, también se cometieron errores. La falta de reconocimiento de las playas motivó que se tuviera que realizar una limpieza apresurada de minas durante la fase de asalto y se tendría que haber hecho un reconocimiento hidrológico más cuidadoso, esta falta motivó retrasos en los movimientos a tierra desde los buques. Estos dos factores podría haber convertido la operación en un fracaso.

Conclusión

El desastre de Gallipoli todavía estaba en las mentes de la comunidad militar internacional en la década de 1920. Aunque la doctrina anfibia tenía sus carencias en el mundo, en 1925 los mandos militares españoles planearon una operación de desembarco como la única solución para destruir el núcleo de la insurgencia en las colonias españolas de Marruecos. Alhucemas fue la primera operación de desembarco aeronaval de la historia. Las Fuerzas Armadas Españolas, aprendiendo de los errores de Gallipoli, coordinaron de manera eficaz desde el aire al apoyo a tierra como una sola unidad, se usaron carros de combate y lanchas de desembarco y organizaron tácticamente el desembarco de material y personal.

En esa misma época, el Cuerpo de Marines, al mismo tiempo que el resto de la comunidad anfibia, trataba de encontrar una nueva doctrina para las operaciones anfibias. El gobierno de EE.UU había encargado a la Infantería de Marina la nueva misión de apoderarse de bases de ultramar en el Pacífico, dando como resultado el primer manual que se publicó en 1933. También estudiaron Gallipoli sin saber que habrían podido encontrar todas las respuestas a sus preguntas en una operación realizada apenas 8 años antes en Alhucemas.

La historia, como recopilación de recuerdos es a veces inexacta, por ello el mundo cree que las operaciones anfibias, después de la pausa obligada tras Gallipoli, las comenzaron los EE.UU durante la II Guerra Mundial. Esta suposición es incorrecta ya que como hemos visto las unidades españolas desarrollaron una exitosa operación conjunta de desembarco en 1925. Por todo ello se puede finalizar con esta frase que resume el objetivo de este artículo: “Tras Gallipoli, las operaciones anfibias se escribieron en español”.



Notas:

1. Townsend, CDR L.W., USN, “The Dardanelles Campaign,” lecture delivered at the Marine Corps Schools, 9 March 1922.

2. Ramos, Eduardo Gallego, La Campaña del Rif de 1909, S.L. Editorial Algazara, Spain, 2005, p. 86.

3. Marine Corps Schools, “Conference Notes From Landing Force Manual Committee Meeting of January 1934,” Quantico, 1934, p. 65.

4. First manual for landing operations in the U.S. Marine Corps, from the reports of Committees I, II, III, IV, and V, “Gallipoli studies of 1933,” Quantico, 1933.

5. Formally established in 1933. See Col Kenneth J. Clifford, USMCR(Ret), Amphibious Warfare Development in Britain and America From 1920–1940, Edgewood, Inc., New York, 1983, p. 224.

6. Alfaro, Placido Rubio, and Miguel Lacalle Alfaro, “Desembarco de Alhucemas” Soldiers Magazine, Spain, 2001, p. 23.

7. The leader of the “rifeños” was Abd-el-Krim. At that time Morocco did not exist as a country so Spain was due to fight against the tribes within the area. See Mohamed Bouarfa, Marruecos y España. El eterno problema, S.L. Editorial Algazara, Spain, 2002, p. 323.

8. They had only three small boats and four planes downed by the Spaniards in the beginning of the battle. See Plácido Rubio Alfaro y Miguel Lacalle Alfaro, Alhucemas. Desembarco, asentamiento y evolución, Spain, 1993, p. 256.

9. Cebadilla, Ixdain y Punta de los Frailes beaches. They were far away from the strong defense of the enemy in the coast. See Alfaro, pp. 245–247.

10. The enemy leader’s headquarters was located there. See Alfaro, p. 134.

11. These disembarking boats were utilized by the English in Gallipoli. One of the waves was led by Franco who years later became a famous dictator in Spain. See Alfaro, p. 201.

12. Materials of similar class were embarked in different ships and in such a way to be easily handled during the combat. See Alfaro, p. 224.

13. Located in Tetuan, about 200 miles from Alhucemas.

14. Gen Primo de Rivera.

15. Air and naval ships knew about these signals.

16. The Spanish Army had installed artillery batteries on this island to support the operations. See Mohammed Kaddur, “La alianza franco-española contra el movimiento rifeño,” Spain, 1996, p. 123.

17. They were in direct support of the brigades. See Kaddur, p. 145.

18. Inflatable balloons. See Alfaro, p. 223.



jueves, 9 de junio de 2011

Jorge Semprún

Ayer 8 de junio se produjo la noticia de la muerte del escritor Jorge Semprún. Los medios de comunicación han contado con mayor o menor extensión lo que fue la vida de este hombre, escritor, político, ministro, luchador contra el nazismo y el franquismo, su paso por los campos de concentración nazis, sus actividades clandestinas como miembro del Comité Central del PCE, etc. y es esta parte de su biografía la que me trajo a la memoria una anécdota que leí en una entrevista a Semprúm hace algunos años.

Contaba, que durante su estancia clandestina en Madrid, andaba desayunando en un bar mientras dos hombres a su lado no paraban de discutir sobre un partido de fútbol, en un momento de la discusión uno de ellos, con ánimo de buscar una tercera opinión que diera la razón a alguno, se volvió hacia Semprun y le preguntó ¿y ustéd que opina del gol de Di Stéfano? a lo que respondió ¿y ese quién es? ante tal respuesta se hizo el silencio en el bar y todo el mundo se le quedó mirando como si fuera un marciano. Esa forma de llamar la atención no era muy recomendable para alguien que está de forma clandestina en el país, así que, Semprún tomo la costumbre de todos los lunes leerse el Marca, a pesar de que no le gustaba el fútbol.

En el momento de la entrevista en la que narró esta anécdota dijo que seguía sin gustarle el fútbol, pero que aquella costumbre la había interiorizado tanto que aún leía la prensa deportiva todos los lunes.