martes, 27 de marzo de 2012

Mis abuelos


El día 5 de marzo de 2012 falleció mi abuelo Ángel a punto de cumplir los 95 años. Dice un proverbio, creo que africano, que “cuando un viejo muere es como si se quemase una biblioteca”, por este motivo, para que la biblioteca de mis abuelos no sea total pasto de las llamas y a modo de sencillo homenaje, voy a dedicar esta entrada para compartir parte de sus vidas. Detalles que ellos y/o mis padres me han transmitido de ellas. Y es que, a mis abuelos, a nuestros abuelos, les tocó vivir en primera persona la etapa más dramática de la reciente historia de España.

Mi abuelo Ángel. Mi abuelo fue panadero, aunque alternó esta actividad con algo del campo. Mi recuerdo más temprano de mi abuelo es verle en el horno, amasando a mano lo que luego en un viejo horno de leña árabe se convertía en panes, libretas y barras de “pan del tío Patatas”, que ese era su mote en Ocaña, su pueblo.

Mis abuelos tuvieron 10 hijos, de los que 8 llegaron a adultos, fueron malos tiempos los que les tocó vivir. Mi abuela dijo cuando me conoció al nacer que yo era clavado al hijo que perdieron en la guerra y que mi abuelo no llegó a conocer por estar en el frente. Mi padre, achaca a este motivo el que la única vez que oyó a mi abuelo “cagarse en el altísimo” fue la vez que yo, cuando solo gateaba, metí la mano en cal viva.

Cuando llegó la Guerra, a mi abuelo lo llamaron a las filas del ejército de la República y sirvió como camillero dentro de la Guardia de Asalto. En su cometido como camillero, siempre recordó al soldado que encontraron con “las tripas fuera pero vivo”, mi abuelo “se las metió dentro” y le ató como pudo con un alambre o una cuerda. Tiempo después, su compañero de camilla le contó que se había encontrado con ese soldado totalmente recuperado de aquello.

Durante la guerra le tocó pasar por dos de sus grandes batallas: Teruel y el Ebro. De aquel invierno de Teruel contaba que los pies se congelaban, la carne se pegaba a las botas y que cuando uno empezaba a reírse de forma incontrolada todos sabían que ya estaba en la antesala de la muerte por congelación. Del Ebro me contó que lo que más recordaba eran los bombardeos de los aviones alemanes sobre ellos.

Durante la guerra se llegó a afiliar a un sindicato, más que por convicción, por un dejarse llevar del ambiente que tenía alrededor, pero que viendo el cariz de los acontecimientos salió al campo y entre “dos piedras grandes” tiró ese carnet que solo le podía traer malas consecuencias si le encontraban “los otros” con él. Antes de acabar la guerra fue apresado y terminó la contienda en el bando “nacional”.

Una de las anécdotas que más veces contó mi abuelo sobre la guerra, era la de la noche que cenaron con el que estaba llamado a ser “El Mariscal Tito”. Este hecho de la presencia de Tito en España es controvertida entre algunos historiadores, pero yo aparte del testimonio de mi abuelo, he leído el de los que también le vieron en Madrigueras (Albacete), el pueblo de mi familia política.

De la guerra lo único que ganó fue una cuchara que encontró entre las ruinas de una casa por la que pasaron un día. Siempre comió con esa cuchara, tanto que en palabras de mis padres el borde terminó afilándose como un cuchillo.

Tras la guerra no se libró de pasar por los campos de trabajo de África, en los famosos batallones disciplinarios. De aquello, siempre recordó los piojos que les comían. Contaba, que estando en las literas, notaban como les caían del techo, y que había uno que “era muy limpio y a ese le bullían, porque los piojos se crían en lo sucio pero van a lo limpio”. 

De allí volvió, y se reintegró a la panadería, labor en la que hoy continúa mi tío y alguno de mis primos.

Mi abuelo Benito. Mi abuelo murió en 1987, a los 68 años. Sus convicciones le llevaron a alistarse voluntario con 19 años al ejército republicano, esto no impidió que llevara cosido dentro del forro de la guerrera una estampa de la patrona de Ocaña, la Virgen de los Remedios. Le tocó en suerte ser Carabinero en la sección de Automovilismo. Mi abuelo no llegó a ver el frente ya que le destinaron a la retaguardia en Albacete. Tras la caída de Madrid y mientras esperaban a que llegaran los “nacionales” mi abuelo pensó que “mira que estar en la guerra y no haber pegado un tiro”, así que cogió el fusil y pegó un tiro al techo de las cocheras.

Tras la guerra también pasó por los batallones disciplinarios de Marruecos, a fin de depurarle de sus ideas marxistas y ateas. Allí, o camino de allí, se encontró con un conocido de Villatobas, un pueblo cercano a Ocaña. Cuando los guardias pidieron pintores, su amigo salió voluntario por él y por mi abuelo; por lo que me cuentan, ninguno de los dos había cogido una brocha en su vida, pero gracias a esa picardía pasaron una estancia algo más “confortable” que el grueso de sus compañeros. Y es que si algo fue mi abuelo era eso, pícaro, sobre todo en lo que a comer se refiere. Viendo que allí la sopa de la comida se medía en función del tamaño del plato de aluminio, se dedicó a darle golpes con la cuchara al fondo para ir ensanchándolo, así conseguía una ración más amplia.

Tras abandonar estos batallones, aún fue acusado de crímenes de guerra, acusación de la que se libró gracias a un Camisa Vieja de la Falange, buen amigo de la familia.

Después de todos estos avatares consiguió entrar en Renfe, hasta que el Parkinson lo jubiló anticipadamente, anda que no le gastamos bromas por tener la misma enfermedad que Franco.

martes, 20 de marzo de 2012

Diferencias entre católicos y anglicanos

Los actuales Arzobispo de Canterbury y Papa de Roma
La verdad es que diferencias, lo que se dice diferencias hay pocas, ya que ambas son iglesias con el mismo origen que las Iglesias Ortodoxas Orientales, ambos leen la Biblia con los dos testamentos, recitan el Credo Niceno y el de los Apóstoles y administran los mismos sacramentos.

En las dos nos encontramos con lugares sagrados dedicados a la Virgen María, y hay anglicanos incluso que rezan el rosario. Ambas usan el calendario de los Santos, y las dos tienen órdenes religiosas que viven en conventos con voto de castidad. Incluso la liturgia y la vestimenta de los clérigos es muy muy parecida.

Entonces, ¿donde radica la diferencia? Pues en detalles como que los anglicanos no creen en la transubstanciación de la Eucaristía, ni tienen a la Inmaculada Concepción y la Asunción de la Virgen como Dogmas necesarios para la salvación, aunque permiten que se crea en ellos como una devoción privada. Tampoco tienen, el celibato obligatorio para sus sacerdotes y creen que los humanos nacemos predestinados a la salvación o a la condenación. Pero sin duda las grandes diferencias son dos, la ordenación sacerdotal e incluso episcopal de las mujeres y el principio de autoridad e infalibilidad del Papa.

Y es que la Iglesia de Roma ha continuado y aumentado con el paso de los siglos el poder del Sumo Pontífice, poder que se puede resumir en la frase de San Agustín, ROMA LOCUTA CAUSA FINITA EST (Roma ha hablado, asunto terminado). Y es que no hay dentro de la Iglesia ninguna organización o institución que tenga autoridad sobre el Papa. Por ejemplo, cuando Pablo VI condenó el control de la natalidad lo hizo ignorando las recomendaciones de la comisión que el mismo había nombrado para aconsejarle. Esto no debe sorprender, dado que el origen de la Iglesia Anglicana se produjo en el siglo XVI como consecuencia de la negativa del papa Clemente VII a conceder el divorcio a Enrique VIII de Catalina de Aragón. Divorcio que le concedió finalmente el por entonces Arzobispo de Canterbury Tomás Cranmer.

En cambio, la iglesia Anglicana tiene la autoridad repartida entre las 36 iglesias que componen la Comunión Anglicana, este nombre se debe a que estas iglesias se consideran en Comunión con el Arzobispo de Canterbury,  pero cada una es independiente y el arzobispo no tiene autoridad fuera de su diócesis, sirviendo solo como guía espiritual y símbolo de unidad. Tal es así que no es raro que surjan divergencias entre las distintas iglesias nacionales, por ejemplo las hay que ordenan mujeres y las permiten ser obispos, otras permiten la ordenación pero no el acceso al obispado y también las hay que no aprueban ni una cosa ni la otra. Es decir, cada iglesia es autónoma y adapta la fe y el orden a su propia cultura.

Una particularidad de la iglesia Anglicana, es la participación de los laicos en los asuntos de su iglesia, de tal forma que, por ejemplo, los obispos anglicanos son elegidos en asambleas donde laicos y clérigos votan en pie de igualdad.

Otro punto singular de la iglesia Anglicana, es que su simbólica cabeza suprema es la Reina de Inglaterra, sobretodo en asuntos seculares. Pero esta autoridad no va más allá de las fronteras inglesas, y es que como decíamos cada iglesia nacional es independiente.

A pesar de todo esto, la mayoría de los anglicanos siguen considerando al Papa como una figura fundamental del cristianismo, hasta el punto de permitirle hablar por ellos en materias básicas, pero rechazan que tenga autoridad legal sobre ellos. Es decir, le aceptan como símbolo de unidad y le otorgan autoridad moral. Aunque también los hay que siguen considerando a Roma como “la ramera de Babilonia”.


Fuentes:
http://anglicansonline.org
La Iglesia Católica Romana y la Iglesia Anglicana: Una breve reseña histórica por El Rdo. Pierre W. Whalon
http://moralyluces.wordpress.com
http://enciclopedia.us.es


NOTA: Esta entrada surgió como consecuencia de una conversación "teológíca" con mi compañera de trabajo Monica Amann, por lo que va dedicada a ella.

viernes, 9 de marzo de 2012

Historia de la Navaja.

La navaja empezó a popularizarse, no solo como herramienta de barbero, sino como arma a finales del siglo XVI. Aunque hay algún testimonio anterior como las encontradas en ajuares ibéricos de la Segunda Edad del Hierro o en excavaciones romanas de finales del Imperio. Esta generalización se debió a las restricciones que se hicieron, tras el reinado de Carlos I, al uso y posesión de espadas y sables que quedaron reservados a nobles y milicias; a esto se añadió el bajo coste y a que era muy fácil el camuflarla entre la ropa dadas sus pequeñas dimensiones. Desde España la navaja se extendió por América; a Francia y Portugal llegaron en el XVII, y posteriormente a Alemania e Inglaterra. La edad de oro de la navaja fue el siglo XVII y fueron varias las localidades que se hicieron famosas por su fabricación, Santa Cruz de Mudela, Jerez de la Frontera, Sevilla y sobre todo Albacete.

Toda navaja consta, en esencia, de una hoja de un solo filo que se une al mango mediante un remache; este mango puede estar formado por dos cachas o por una sola pieza, y los materiales más habituales son asta, hueso, madera, etc. Otro elemento es el muelle, cuya misión es mantener la hoja en su posición, ya sea cerrada o abierta, aunque en esto hay excepciones como las navajas portuguesas con cabo (mango) de madera, o las llamadas “taponeras” de las bodegas de Jerez. Otras navajas pintorescas fueron las construidas en Inglaterra que iban ensambladas a una pistola de pistón. Las últimas en llegar a la familia fueron las navajas “multiuso”.

Típicos cuchilleros de Albacete
Aunque hubo, como hemos visto, gran difusión de artesanos por todo el territorio nacional, sin duda, es en Albacete donde esta industria más arraigó. La fabricación de navajas y otras armas blancas cortas proviene de los moriscos que habitaban esa zona. Y a pesar de su fama, hubo un momento en el que estuvieron a punto de desaparecer, incluso allí. Sus causas fueron diversas, tales como el agotamiento de los aceros de Mondragón, la competencia extranjera y las normativas que prohibieron la fabricación, venta, uso y tenencia de puñales, navajas, dagas, etc. Como la promulgada el 21 de diciembre de 1721 por Felipe V, en la que se prohibía “el uso de puñales o cuchillos u otras armas blancas”… “por el simple hecho de aprehensión con esas armas, pena de seis años de presidio si era noble o de galera si era plebeyo”. Al año siguiente, 1722, el Consejo de Castilla notificó al gremio de cuchilleros que no fabricasen ese tipo de armas y que rompiesen las existentes. Estas normativas al final solo tuvieron como consecuencia el que se cerraran los obradores locales, pero no su uso ya que las navajas siguieron llegando del extranjero.

El gremio de cuchilleros, como todo grupo gremial, estaba bien organizado y tenía sus normativas como la que regía las relaciones entre el maestro y el aprendiz. Esta relación estaba sujeta a un contrato escrito en el que se establecían las condiciones de trabajo entre ambos. Este convenio se firmaba ante notario y contaba con las firmas de varios testigos y tres intervinientes clave, el maestro, el aprendiz y su padre o tutor.

Gracias a este contrato el maestro se hacía cargo del aprendiz mientras durase su formación y se comprometía a “enseñarle el oficio sin dejarse nada, a darle comida, vestirle, calzarle, una cama donde dormir y una vida honesta”. Cuando la formación terminaba, el maestro debía darle a su ex pupilo “un vestido de paño de la tierra, ferruelo, ropilla, calzones, medias, zapatos, sombrero, camisa y valona”. Ah!! Y todo tenía que ser nuevo. Además no podía echarlo de su causa, sin una causa justa, y de lo contrario debería pagarle lo que se le debiera por el tiempo transcurrido.

Por su parte el aprendiz se obligaba a vivir y servir en la casa del maestro, no podía irse y si lo hacía el padre se comprometía a hacerlo volver, perdía lo servido y debía pagar los daños y perjuicios ocasionados.

Chica de la Navaja

Además de sus usos domésticos o como arma, la navaja ha inspirado a artistas de todo tipo y de varias maneras, con una navaja se cortó la oreja Van Gogh, Romero de Torres pintó a la Chica de la Navaja, y canciones con la ella como protagonista tenemos Pedro Navaja de Ruben Blades, Cruz de Navajas de Mecano, o La Navaja del Trueno Inmortal del Reno Renardo. Así que para terminar con ritmo os dejo con todos ellos:








Fuentes:
losmasgrandesdelahistoria.blogspot.com
www.aceros-de-hispania.com
Museo de la Cuchillería de Albacete: www.museo-mca.com