miércoles, 28 de septiembre de 2011

Los Concilios de Toledo I


Me voy a poner conciliar, y con esto no quiero decir que por fin he logrado conciliar mi vida laboral y personal, sino que voy a hablar de concilios y más exactamente de los concilios más famosos de nuestra historia, Los Concilios de Toledo.


Y es que en la actual capital castellano-manchega y antigua capital de la monarquía visigoda se celebraron hasta la conquista musulmana un total de 18 concilios religiosos, el primero en el año 397, todavía bajo el ya viejo Imperio Romano, y el último en el 702, solo 9 años antes de la invasión norteafricana.


Dentro de la monarquía goda existieron dos asambleas representativas, una los concilios de Toledo y la otra el Senatus, una especie de consejo de ancianos guerreros heredera romanizada de la Asamblea Germana y que con el paso de los años terminó denominándose Aula Regia.


Los concilios tienen su origen en la Pax Constantina, es decir, en el momento en el que el cristianismo se erigió como la religión del Imperio, aunque su rol sobre el papel era el de tratar temas religiosos, sobre todo perseguir las “herejías", en la práctica fue un órgano dual, es decir, político-religioso, y es que la división iglesia-estado es algo que aún arrastramos en nuestros días.


En el caso que nos ocupa, es decir, de los concilios toledanos, la asamblea se convocaba a petición del rey, y por tanto solían utilizarse como punto de apoyo y de legitimación de la política del rey o para legalizar usurpaciones y golpes de estado. Por esta razón en ningún concilio salió una censura al monarca reinante, si se las llevó en alguna ocasión, a toro pasado, el rey anterior. Entre otras cosas esto era así porque para que las decisiones del concilio tuvieran validez, sus actas tenían que ser sancionadas por el rey, el cual estaba facultado para negarse a hacerlo.


La asistencia a los concilios era obligatoria para sus miembros, salvo enfermedad o estar en realización de alguna misión real, si se incumplía con este deber la pena era de excomunión por un año.


La constitución de la asamblea y el rito de apertura del concilio tenía un protocolo muy estricto en cuanto a la disposición de los asambleístas, su orden de entrada, el papel del presidente, la forma de votación, la aprobación de las decisiones, que había de ser por aclamación etc. Toda esta parafernalia se llamaba Ordo, y este ordo no era ni más ni menos que un préstamo del viejo protocolo y funcionamiento del antiguo Senado Romano. En el Concilio Vaticano II la sesión de apertura se hizo de acuerdo a este Ordo de los concilios toledanos. Por tanto, si alguien tiene la oportunidad de ver algún vídeo sobre esta sesión del Vaticano II puede hacerse una idea de cómo se constituían las asambleas del Senado Romano, a modo de ejemplo os dejo un vídeo al final de la entrada.


Una vez reunidos todos los eclesiásticos del concilio, este comenzaba con la entrada del Rey y la lectura por su parte del Tomus Regius, donde se detallaba de que temas tendría que decidir el concilio, vamos lo que hoy llamamos el “orden del día”. El monarca abandonaba la sesión y ya no intervenía hasta la clausura y la firma de las actas.


Los temas a tratar por el concilio eran, como decía antes, religiosos tales como, legislar sobre el comportamiento del clero, de la administración de los bienes de la Iglesia, la liturgia etc. El tema de la liturgia tiene su trascendencia ya que de estos concilios nació lo que terminó denominándose “El Rito Mozárabe”, que estuvo en vigor en la península hasta el Renacimiento; momento en el que se adoptó el Rito Romano, cambio que se logró con no pocos esfuerzos ya que la Iglesia Hispana se negó en rotundo a adoptar el nuevo rito.  Pero no solo de asuntos religiosos legislaron los concilios, también se trataron y se sancionaron leyes políticas, sobre todo tras el abandono del arrianismo por parte de los visigodos. Otras de sus tareas eran la de asegurar las garantías judiciales de notables y eclesiásticos  (si, efectivamente el pueblo contaba poco) y además tenía la obligación de velar por el cumplimiento del juramento del Rey, es decir, que este no se apartara de sus funciones pero, como ya he comentado, no se dio el caso de ninguna sanción a ningún rey reinante en el momento de celebración del concilio.


Tras la firma de las actas el rey nombraba un executor regius, el cual era un funcionario encargado de que las disposiciones del concilio se respetaran y se cumplieran.


En otra entrada resumiré las que son a mi juicio las más “notables” decisiones que emanaron de aquellos 18 concilios, algunas de estas decisiones, llamadas cánones, no tienen desperdicio.



Fuentes:

viernes, 16 de septiembre de 2011

Artillería de costa en España



Esta entrada es solo para recomendaros el artículo que ha escrito el Teniente Coronel Carlos J. Medina para la revista Atenea, especializada en temas relacionados con las Fuerzas Armadas.

El artículo hace un recorrido de 7 siglos de historia de la artillería costera en nuestro país, desde el siglo XIV hasta el XXI. 

Es un artículo muy interesante por el tema que trata y además, en lo que a mi y a este blog respecta, porque una de las imágenes que lo ilustran es obra de un servidor. Esa imagen, que encabeza esta entrada, ya encabezó el post que realicé sobre los cañones Vickers 381/45, allá por agosto de 2008.

Para acceder al artículo de la revista solo tenéis que pinchar AQUÍ.

Que lo disfrutéis!!!

lunes, 12 de septiembre de 2011

"Hazañas" Bélicas VIII. La Guerra más corta de la Historia


Si nos preguntamos sobre el conflicto bélico más corto de la Historia, creo que la mayoría de nosotros pensaremos en la Guerra de los Seis Días. Pero estos seis días son una enormidad comparados con los 45 minutos que duró la guerra más corta de la Historia.
Este guerra, que solo duró una corta batalla, la tenemos que ubicar en la isla de Zanzíbar, que forma parte de las Islas Molucas y que con su unión a Tanganica formaron lo que conocemos hoy día como Tanzania

Zanzíbar, es una isla de mayoría musulmana, que tras un tiempo de dominio portugués formó parte del Sultanato de Omán. Situación que terminó a finales del siglo XIX cuando, dada su estratégica situación frente a lo que era la colonia del África Oriental Alemana, Gran Bretaña la convirtió en un protectorado. Como curiosidad de Zanzíbar comentaros que fue la tierra natal de Freddy Mercury, el inmortal líder de Queen y una de las mejores, sino la mejor, voz del rock de todos los tiempos.

Bien, una vez localizado geográficamente el teatro de operaciones vamos al quid de la cuestión, que no fue otro que un problema sucesorio en 1897 a la muerte del sultán pro-británico Hamad bin Thuwaini. Y es que mientras Gran Bretaña pretendía colocar a otro monarca “sensible” a los intereses británicos, hubo un golpe de estado protagonizado por Khalid bin Bargash, primo del fallecido Thuwaini y por lo que se ve poco adepto a la corona inglesa.

Ante esta situación, los británicos respondieron con un ultimátum para que Khalid abandonara el poder, ya sabéis era la época de BRITANNIA RULES THE WAVES. El sultán a su vez respondió atrincherándose en su palacio con 2800 hombres fieles a su causa, y para oponerse a los cinco navíos de la Royal Navy, entre ellos 3 cruceros, la armada de Zanzíbar opuso el yate armado del anterior  sultán el H.H.S. Glasgow.

Los esfuerzos diplomáticos de última hora del representante estadounidense en la isla sirvieron de poco, y a las 9:00 a.m. del 27 de agosto de 1897 comenzó el bombardeo naval del palacio real, junto al desembarco de 500 unidades de los Marines Reales, que se unieron a unos 400 combatientes locales afines a los ingleses.

Ante el cariz que tomaban los acontecimientos el sultán huyó hasta el consulado alemán. El bombardeo británico no terminó hasta que el  Glasgow se hundió, se ve que consideraban a un yate de recreo una seria amenaza para 5 buques de guerra de la Armada Real Británica.

Al final, la guerra Anglo-Zanzibariana terminó tras 45 minutos y con un saldo de 500 bajas entre las filas del sultán golpista y con un marinero inglés herido.

Fuentes:

lunes, 5 de septiembre de 2011

La farmacia de los horrores


Hachís, caballo y cocaína pa’l que compre, pues ya lo dijo Dios “no solo de pan vive el hombre”… esta frase pertenece a una canción del grupo de rock Extremoduro, y es solo un ejemplo de las muchas que hay en la cultura popular alrededor del mundo de las drogas. Y es que las drogas, habitualmente asociadas a círculos de marginación, delincuencia, faranduleo y demás entornos por el estilo que nos podamos imaginar, no siempre han estado asociados a estos ambientes, es más, hubo un momento en el que no solo fueron legales sino que además eran “medicinales”.


Allá por 1898, mientras en España andábamos despidiéndonos de nuestro imperio de ultramar, en Europa la farmacéutica Bayer lanzaba, con 11 días de diferencia, dos de sus productos estrella: la Aspirina y la Heroína. Esta última, bautizada así porque los que la probaron en la fase de ensayo clínico decían sentirse como héroes, cosa que me creo totalmente:



La heroína nacía como remedio a los efectos secundarios de la morfina, es decir, según la publicidad de la época tenía los mismos efectos pero, ojo al dato, no creaba adicción. Con lo que no contaban aquellos químicos era con el metabolismo del hígado, ya que cuando la heroína llega al hígado este la convierte, ta ta ta chán!!! En morfina.


Como todo esto, repito, no era conocido. Bayer lanzó una gran campaña publicitaria de la heroína, en la cual, la anunciaban como el gran remedio para la tos y los resfriados, si si… como lo oís, algo así como “evita la congestión con un buen colocón”, bueno los eslóganes de la época no eran tan así, pero si los vemos ahora nos llevamos las manos a la cabeza:












También tuvo muchos usos del padre de la heroína, es decir, el opio. A parte de los famosos fumaderos de opio que surgieron como setas por las capitales europeas, el opio también se distribuyó en las boticas. Sus propiedades medicinales iban desde la curación del asma, del desamor y hasta quitaba el hambre, lo cual constituye una buena dieta de adelgazamiento y ríete tu de la de la alcachofa, vamos que el opio era lo que viene siendo un remedio para todo. El opio se podía ingerir bebido o inhalando sus vapores “medicinales”:





Pero es que el colmo de los despropósitos con el opio no acaban aquí, ya que si a nuestros bisabuelos sus niños no les dejaban dormir porque lloraban mucho, tenían en el opio el remedio definitivo, ya que se vendían gotas de esta sustancia que se podían administrar a los bebés a partir del “QUINTO DÍA” de vida, eso sí rebajadito con un 46% de alcohol, vamos que si el niño ya no se te duerme con esto que baje Dios y lo vea:





Pero volviendo a la canción de Extremoduro, además de la heroína tenemos la Cocaína. Y es que a comienzos del siglo XX, la cocaína se utilizó mucho en bebidas, la Coca-cola es un buen ejemplo y el más conocido. Pero no solo la "chispa de la vida" sucumbió a los encantos de la sustancia andina, también lo hizo el Vaticano, si si, tal cual. El papa León XIII se aficionó mucho al Vino Mariani, un vino con cocaína que se anunciaba como un gran reconstituyente y magnífico remedio contra la influenza, es decir, la gripe. Tal fue la satisfacción del Santo Padre con esta sustancia que siempre llevaba una botellita consigo, autorizó al fabricante a utilizar su imagen en la publicidad e incluso les concedió una medalla. Si es que ¿habrá alguna cosa que ayude más al misticismo y al contacto con la divinidad que un buen tirito?, perdón, quería decir un buen chupito…







Curiosamente estos vinos con cocaína fueron prohibidos en muchos lugares, no por la cocaína, sino por el alcohol.


Otro gran mal para el que la Cocaína se mostró infalible era el dolor de muelas de niños y grandes y, por si esto fuera poco, se anunciaba como beneficioso efecto secundario que “mejoraba el humor de los usuarios”, algo que yo no pongo en duda:




La cocaína también se utilizó para las afecciones de garganta, así, se recomendaba su uso a cantantes, profesores y oradores en general, y es que seguro que no hay nada como una buena charla si el orador está bien puesto "en la materia":


Y ya para terminar con este paseo por la farmacia de los horrores, nuestros bisabuelos tenían un gran problema en su época, la Viagra no existía. Pero este detalle no era un obstáculo para nuestros aguerridos farmacéuticos de principios del XX, ya que aquella también fue una época de grandes descubrimientos, y uno de ellos fue el Radio, así que, a falta de Viagra unos buenos supositorios de Radio:






¿Y nuestras bisabuelas? Pues ellas también tenías sus cositas con radio como cremas de belleza:



¿Y los niños? ¡Hombre por Dios! ¿Cómo vamos a dejar a los niños sin sus juguetes con radio? O sin su chocolate, eso sería imperdonable:





 

Y para toda la familia!!!  Tenemos una amplia gama de productos con radio como agua y pasta de dientes ¡¡¡que me los quitan de las manos oigan!!! :






Por si alguien lo ignora, le diré que el radio es el elemento químico que dio nombre a la “radioactividad” y es que el radio, es un millón de veces más radioactivo que el uranio y tarda más de 1500 años en “semidesintegrarse”. Vamos, que no sé yo cómo se les quedaría el cuerpo a los usuarios de estos productos, pero seguro que todavía hay más de una tumba radioactiva por los cementerios del mundo.


Fuentes:

La Mazmorra de lo Grotesco, www.fogonazos.es, elpeodigital.blogspot.com, noticiasinteresantes.blogcindario.com, www.orau.org  y Wikipedia

jueves, 1 de septiembre de 2011

El Capitán Köpenick

Wilhelm Voigt, en octubre de 1906 contaba con 57 años y era un zapatero remendón en paro que había visitado varias veces la carcel por pequeños delitos.

Lo que no sabía Wilhelm es que ese 16 de octubre de 1906 iba a pasar a la historia berlinesa al dar uno de los golpes más audaces de la historia de la capital Alemana.

Las leyes de entonces prohibían a los desempleados residir en Berlín, una ley que ahora nos parece a todas luces muy estúpida, y es lo que consideró nuestro personaje de hoy ya que siguió residiendo allí. Ese 16 de Octubre decidió dar un escarmiento a las autoridades locales. Para ello se vistió con un viejo uniforme de capitán del ejército prusiano, que por cierto había comprado en un mercadillo.

Con su marcial atuendo se dirigió al suburbio de Köpenick, lugar en el que se ubicaba una caseta de tiro del ejército.  Al llegar se puso ante el pelotón que estaba realizando prácticas en ese momento, y con una serie de contundentes órdenes no tardó en ponerlo bajo sus órdenes. 

Al frente de su tropa se dirigió al ayuntamiento de Berlín, subió al despacho del alcalde y ordenó a sus subordinados que le detuvieran junto al tesorero municipal bajo la acusación de malversación de fondos públicos, con estos dos bajo custodia se fue a la caja municipal y se hizo con un botín de 4000 marcos, firmando eso si un recibo a nombre del director de la última prisión de la que había sido inquilino.

Tras esto, ordenó a la tropa que llevaran a los detenidos a la capitanía general de Berlín. Mientras tanto, él se fue a la estación de Köpenick y desapareció.

Pero poco le duró la alegría, ya que solo diez días después era detenido en un burdel. Cuando empezó su juicio, al mes de su detención, la historia fascinó a todo el mundo y la prensa no tardó en hacerse eco del acontecimiento. Aunque fue condenado a 4 años de prisión solo cumplió 2, ya que al Kaiser Guillermo II le pareció tan divertida la peripecia que le indultó el 16 de agosto de 1908.

Una vez en libertad, se dedicó a contar su historia y publicó un libro autobiográfico, con los beneficios obtenidos compró una casa en Luxemburgo donde residió hasta su fallecimiento en 1922.

Más tarde, la historia fue inmortalizada por Carl Zuckmayer en su obra “El Capitán Köpenick”, obra que también fue llevada al cine.

En la actualidad este personaje es de los más conocidos de Berlín, su historia se enseña en todos los colegios y cuenta con una estatua, por supuesto vestido de capitán, a la entrada del ayuntamiento.



 Fuentes: www.visitberlin.de y es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias