
La historia medieval española está marcada por la óptica de la civilización cristiana vencedora sobre el Islam tras ocho siglos de confrontación.
Los objetivos de los reinos cristianos de la península se habían ido diferenciando al pasar de los siglos. Así
Castilla y León se había centrado en el avance territorial a expensas de los reinos musulmanes y la
Corona Catalano-Aragonesa en la expansión mediterránea. Finalmente estos caminos terminan por cruzarse con la unión dinástica de los
Reyes Católicos.
La nueva realidad hacía que las antiguas instituciones de los reinos no sirvieran para el nuevo estado, por lo que la nueva monarquía unificada reclamaba la elaboración de un nuevo proyecto político.
La necesidad que sobresalía del resto era crear un entramado ideológico capaz de vertebrar y dar sentido al esfuerzo de la unión. En pro de este esfuerzo una vez dominada la nobleza y sometidas las órdenes militares a la tutela real solo quedaba reformar el clero, se controló estrechamente el nombramiento de obispos y se adoptaría un decidido compromiso con la catolicidad. Para reforzar todo este programa, solo quedaba un fleco suelto, los gobiernos municipales en los que los judeo-conversos contaban con grandes influencias por todo ello surgió una institución capaz de sostener sin fisuras la unidad de los españoles, unidad basada por los reyes en el catolicismo, y así el
Tribunal de la Inquisición se hizo sitio en nuestra historia por espacio de más de tres siglos.
A pesar de su instauración por los Reyes Católicos, no será hasta la muerte de
Fernando el Católico cuando el tribunal del Santo Oficio se consolide, ya que si bien en un principio focalizó su acción en la vigilancia de conversos, la situación política creada en Europa por la reforma protestante hizo que la Inquisición se convirtiera en una herramienta de la
contrarreforma. La actuación de la Inquisición española sobre la reforma apenas afectó a personas, al contrario de lo que ocurría con los conversos, ya que el surgimiento de grupos protestantes dentro de España fue algo casi anecdótico, si que se aplicó en la censura de las obras publicadas y de su difusión, de tal forma que su actuación estaba encaminada a evitar la entrada de ideas renovadoras en España a la vez que contribuía considerablemente a la creación de opinión.
La inquisición en esta época, siglos XVI y XVII fue uno de los argumentos principales esgrimidos para la formulación de la
Leyenda Negra, argumentos parciales y sesgados ya que estos abanderados de la lucha antiinquisitorial olvidaron mentar que los católicos en sus países eran represaliados (tortura y ejecuciones incluidas) sin proceso legal ni derecho a defensa (cosa que el Santo Oficio español si contemplaba). Otro punto muy ignorado es que la Inquisición solo tenía jurisdicción sobre los bautizados por lo que nunca inició un proceso contra un judío o un musulmán. Otro argumento contra la acusación de antisemitismo, comparado con el resto de Europa, es que en España en el siglo XVI se expulsó a los judíos que no se convirtieron, opción que no les dieron en Inglaterra en 1290 o en Francia en 1306, es más esta
"tolerancia" hizo que desde la Alemania protestante se nos tildase de
"marranos" y también desde Alemania se quedaban atónitos al ver como los españoles mezclaban su sangre con mujeres americanas, esto es, indígenas, mulatas, mestizas, etc... todos sabemos en que terminó esta obsesión germana por la pureza de la sangre. Otro mito es la quema de brujas, algo que no dejó de ser puntual en nuestro país y los procesos por brujería fueron muy pocos, algo que no ocurrió en los países protestantes o en Norteamérica donde los procesos por brujería eran iniciados por los magistrados civiles, macroprocesos como los de las Brujas de Salem no se dieron en nuestro país.
Como nada es eterno, la Inquisición en España con el paso del tiempo fue perdiendo importancia y los objetivos por los que fue creada poco a poco se fueron superando, y fue la entrada de la dinastía
borbónica la que supuso el principio del fin de esta institución. La nueva dinastía traía un nuevo proyecto de estado y el ambiente e ideas de la
Ilustración no eran propicios para el Tribunal del Santo Oficio, además era una institución que había alcanzado un gran poder, algo que a ningún rey absoluto, por muy ilustrado que sea, le gusta.
Los últimos coletazos de este poder, el último intento de la Inquisición por dar un puñetazo encima de la mesa fueron los procesos contra
Macanaz y
Olavide. Si bien con el primero la monarquía no se involucró demasiado, en el caso del segundo cuyo delito consistía en haber leído obras prohibidas, la instrucción del caso constató que altos cargos de la corte también habían incurrido en tales faltas y claro una cosa era Pablo de Olavide y otra
Aranda, Campomanes y Floridablanca por lo que el tribunal se desentendió silenciosamente del caso, a pesar de esto el proceso supuso el fin de la carrera pública de Olavide.
Poco a poco el poder inquisitorial fue mermando, solo tuvo cierto repunte en su papel de censor para evitar la entrada de nuevas ideas durante la revolución Francesa.
No obstante la primera abolición de la Inquisición, se la debemos a un extranjero ya que fue firmada por
Napoleón en el decreto de Chamartín el 4 de diciembre de 1808, posteriormente en 1813 las
Cortes de Cádiz ratificaron la incompatibilidad del nuevo régimen con dicha institución, aunque
Fernando VII la restituyó en 1814, la revolución de 1820 obligó al rey a una nueva supresión del Santo Oficio que volvió a instaurarse tras el trienio liberal, finalmente el finiquito de la Inquisición vino por decreto de la regencia de
María Cristina a la muerte de Fernando VII en 1834.