Para este reestreno traigo una costumbre de mi zona, espero que os sea de interés.
El pago
de la patente es una costumbre, ya en desuso, de muchos pueblos de La Mancha y de Castilla,
por la que si algún forastero salía o pretendía a una moza del pueblo este tenía
que pagar una comida, convite, ágape, llamémosle como queramos, a los mozos del
pueblo de la pretendida muchacha. En algunos lugares bastaba con que la
visitara más de tres veces para que los mozos ejercieran dicho derecho, que si bien no era ley escrita, era ley.
La
cantidad o la calidad de este convite variaba en función de dos variables: una,
la capacidad económica del novio y la segunda según la valoración que los mozos
"aborígenes" hacían de la novia, usualmente alta porque "normalmente" el forastero
siempre se “llevaba a la mejor moza del pueblo”.
Lo que
nunca faltaba en esta invitación era el vino, ya fuera solo medido en cántaros, en zurra, sangría, cuervas, o en
cualquiera de las denominaciones que sus combinados tienen a lo largo de la
geografía castellana. A la bebida se añadían magdalenas, bizcochos, carne asada
o frita, etc., todo ello según la valoración a la que hacía referencia anteriormente.
Este
pago, no estaba exento de trifulcas, porque ¿Qué grupo de mozos tenía derecho a
la invitación? Y es que en cada pueblo había distintas cuadrillas de mozos, y
las riñas ente ellos sobre cual de ellas tenía derecho a dicha patente eran
comunes, alguna incluso acabó en navajazos.
El segundo
problema que ocurría era si el forastero se negaba a pagar esta tasa, era en
ese momento cuando entraban en liza las “tropas de élite” de los mozos locales,
eran los conocidos como “piloneros”. Su tarea consistía, dependiendo del lugar,
en tirar al novio al pilón de la plaza o al río, lo cual, según la época del año
podía llegar a ser un tanto desagradable. Los piloneros según la coplilla eran:
“…los mas burros del pueblode entre los mozos solteros…”
Y los
requisitos para ser pilonero se resumen en:
“A todos los mozos del puebloque quieran ser piloneroshan de cumplir primero:Uno: haber nacido en el puebloDos: ser mozo solteroTres: poder beberse un barreñoCuatro: calidad de burro probadapor haber comido alfalfa.Y cinco: que completa las otrashaber salido en la coplas.”
En mi
experiencia particular de haber sido forastero en el pueblo de mi novia, he de
agradecer de haber nacido en esta época en la que ya no se usa de este derecho,
por lo que me libré de pagar patentes y sobre todo y más importante de haber
terminado en el pilón.
Fuentes:
LOS DERECHOS DE LOS MOZOS EN BUENAVISTA DE VALDAVIA
(PALENCIA) - DIEZ BARRIO, Germán
Historias y Leyendas de Cuenca III (Pueblos) - Miguel Tirado Zarco
11 comentarios:
Madre mía, me deja usted atónita!
No tenía ni idea de tal costumbre, que la verdad ya tenía uno que estar prendado de la dama para bregar con todo eso. Imagino que más de uno procuraría cortejar a señoritas de poblaciones con el menor número de habitantes posible, para tratar de recortar en disgustos y gastos.
Feliz día, monsieur, y bienvenido de regreso. Un placer tenerle de nuevo por aquí. Ya me preguntaba qué habría sido de usted.
Bisous
Buenas Dama...
Pues por aquí de vuelta y espero que sea para una buena temporada...
en cuanto a la costumbre, pues era una forma de introducir al nuevo en sociedad, aunque sin perder de vista que siempre hay mucho burro suelto...
Yo también desconocía, José Luis, esta costumbre manchega de tirar al pilón, al forastero que no invitase a los muchachos del pueblo de la novia; y que existiese estas tropas de élite para vengar tal afrenta. LLevas razón, menos mal que te echaste novia de fuera en otros tiempos, si no te dejaban esquilmado el bolsillo o con una pulmonía.
Me alegro enormemente tu regreso a la blogsfera; espero que superes la pereza, que ya es año nuevo.
Un fortísimo abrazo desde ArteTorreherberos.
Muy buenas don José Luis, bienvenido de nuevo al mundillo de los bloggers de historia, nuestra pasión cultural. Yo también regresé estas Navidades, a ver si me dura.
Como comentario a lo del pilón, te diré que como urbanita, pero residente en pueblos por motivos laborales, ya conocía esta costumbre "pilonera". El invierno de 1987 u 88, residía yo en un pueblo muy conocido del valle del Tiétar. En el frío febrero y por asuntos de carnaval, fuí a otro, relativamente cercano porque sus carnavales son muy famosos. Los paisanos, el miércoles de ceniza, tenían la curda desde el viernes anterior. Se quedaban mirando a los forasteros con ganas de darles tan desagradable baño: imagina lo calentito del agua de las fuentes que bajan febreriles del deshielo nival de Gredos. Yo mirando a otra parte para evitar la provocación. Algún forastero creo que fué "bañado". Jejejeje.
Saludos José Luis y a ver si para febrero volvemos a la proyectada "quedada" de bloggers.
En primer lugar, decirte que me alegra mucho que vuelvas por este mundillo de la blogosfera. Se te echaba de menos.
Y en segundo lugar, el tema de hoy. Yo sí he conocido esa costumbre, aunque he tenido la suerte de no sufrirla en mis carnes porque conocí a mi mujer en Madrid y cuando he ido al pueblo de ella ya llevábamos tiempo casados. En el pueblo de mi mujer, los mozos viejos llamaban a esa costumnre pilonera "pagar la boda". Si el pretendiente se hacía el remolón y no invitaba a unas rondas, acababa inevitablemente arrojado al pilón, fuente o lo que fuera. Así que... esas eran las reglas del juego. Ajo y agua.
Un saludo.
Muchas gracias Paco... eso espero estar de vuelta para mucho tiempo
Juan con la riñas en los pueblos hay que tener cuidado ya que en caso de trifulca siempre sacuden al que no conocen....
Cayetano...Veo que ambos nos libramos de esta costumbre jejeje aunque en pleno verano un buen remojón aunque sea de pilón lo mismo hasta es de agradecer...
Un placer leerte de nuevo, como siempre.
¡Salud!
Muchas gracias dissortat... el placer es mio al ver que ahi seguís todos los amigos bloqueros...
(Una costumbre curiosa que por aquí, que yo sepa, no se ha estilado, aunque tendría que indagar en pueblos cercanos y en la Sierra de Francia para comprobarlo. En todo caso si era corriente que el torero que no hacía una faena del agrado del público se le llevaba en hombros y se le tiraba al pilón, pero ésa es otra historia. Has tenido suerte, sí, de nacer en estos tiempos. Imagino que estos convites acabarían siendo verdaderas Bodad de Camacho en ciertas ocasiones y que un mozo que pretendiese de verdad a una oza del pueblo debía dar lo mejor de si para comprar a su futura familia política.
Un saludo
P.D. Me alegra de que hayas retomado tu espacio bloggero. Se te echaba de menos. Ánimo
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