lunes, 16 de agosto de 2010

El sínodo del cadaver del Papa Formoso

La historia de una institución milenaria como la Iglesia Católica está llena de luces, de sobras, de hechos dignos de elogio y de hechos dignos de censura, y también algunos que son directamente vergonzosos, chabacanos, macabros y de mal gusto. A este último grupo pertenece la entrada de hoy.

Formoso fue el papa 111º de la Iglesia allá por finales del siglo IX, por aquellos entonces la Iglesia hacía ya un tiempo que se había convertido en un poder terrenal y político, además de religioso y espiritual, y la carrera de Formoso fue más política que eclesiástica. Para estas taréas fue nombrado legado papal (embajador) en Bulgaria en el 866, en Constantinopla durante el cisma de Focio y enviado a Francia para convencer a Carlos II de que aceptara la corona imperial. Pero su actividad política más activa se desarrolló, siendo ya Papa, en Roma, al tomar partido por el rey alemán Arnulfo en contra de la familia italiana de los Spoleto en la disputa nuevamente de la sede imperial. 

Todo comenzó cuando Guido Spoleto le presiona para que nombre y corone emperador a su hijo Lamberto Spoleto, lugar que ocupará en el 894 a la muerte de Guido. Tras esto Formoso seduce al alemán para que marche sobre Roma y se haga con la corona, cosa que ocurre en febrero del 896, con coronación incluida en la Basílica de San Pedro. Poco le duró a Formoso la nueva situación ya que fallece en abril de ese mismo año.

Los Spoleto no se están ociosos, y gracias a su influencia colocan a Bonifacio VI como nuevo Papa. La situación termina por revertir completamente cuando Arnulfo abandona Roma por enfermedad, y Lamberto vuelve a coronarse emperador.

Pero la venganza tenía que llevarse a término, y una situación tan banal como la muerte no iba a privarlos de ejecutarla. Así, nueve meses después de la muerte de Formoso, Bonifacio VI ordena la exhumación del cadáver para someterlo a juicio. El cuerpo del difunto es vestido con los ornamentos papales y sentado en un trono para que "escuche" las acusaciones. La principal de ellas, era la de usurpar la diócesis de Roma,  ya  que era titular de otro episcopado, el de Porto, cuando accede al papado, habiéndose convertido, por tanto, en un Antipapa. Este juicio recibió el nombre del "Concilio Cadavérico", "Sínodo del terror o "Sínodo del cadáver".

Evidentemente, Formoso fue hallado culpable de todo lo que le imputaban, el pobre no estaba en situación de apelar nada en su defensa. La sentencia dictó la anulación de todos sus actos, se le despojó de sus vestiduras, le arrancaron los tres dedos con las que se imparten las bendiciones papales y sus restos fueron depositados en un lugar secreto.

Muy poco después hay un nuevo Papa, Teodoro II, que restituye la figura de Formoso y sus restos vuelven a la Basílica de San Pedro. Para evitar otro suceso tan ridículo como este, el  Papa Juan IX, dicta que se prohiba cualquier tipo de prueba contra una persona difunta.

Pero como la estupidez humana no conoce límites, otro papa, en concreto Sergio III en el 904 anula los edictos de Teodoro II y Juan IX y vuelve a juzgar de nuevo al cadáver de Formoso. Proceso en el que vuelve a ser declarado culpable y se decide que los restos sean arrojados al Tiber para borrar cualquier rastro del Antipapa. Pero los restos son rescatados por un pescador que los deposita en un lugar seguro, siendo devueltos al Vaticano a la muerte de Sergio III, lugar en el que permanecen hasta el día de hoy.

Fuente: Wikipedia.

12 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Madre de mi vida. Oiga, esta gente no me diga que no estaba un poco p'allá. Porque por mucha edad media que fuera, tenia que faltarles una tuerca. Y es que encima el pobre se llamaba Formoso, y con eso resulta todo menos serio aún. Es que claro, a alguien que se llama Formoso no van a pasarle cosas normales. Parece que el nombre ya lo pide a gritos.

Mire que hay gente rencorosa!

Lo que me ha divertido la historia. No sé dónde va usted por estas cosas!

Buenas noches, monsieur.

Bisous

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Dama,

La historia se las trae ... sé que la Inquisición también hizo cosas parecidas, al juzgar a fallecidos que si eran declarados cumpables sus cuerpos eran desenterrados y quemados en la hoguera, pero lo de tener al finado de cuerpo presente en un juicio me parece un tanto espeluznante... como bien dices un poquito tocados del ala si que tenían que estar...

◊ dissident ◊ dijo...

Si no fuese por la triste y penosa historia que nos cuentas, me reiría de ver cuantos tumbos da el cadáver del pobre papa Formoso. Espero que su cuerpo mortal descanse en paz, en cuanto a su alma...

¡Salud!

Anónimo dijo...

Un comportamiento extraño, sin duda, pero que podemos llegar a comprender dentro de su mentalidad. Los hombres medievales se guiaban fundamentalmente por simbolos, mucho más que nosotros, y el simbolismo estaba presente en su vida mucho mas que en la nuestra. Todo significa algo: desde los colores que usan en su vestuario a los gestos que realizan. Con respecto al hecho de quemar a los muertos hay que comprender que este era el castigo supremo: el cuerpo era necesario para asistir al Juicio Final, es por ello que la cremación siempre estuvo mal vista por la Iglesia y por lo que a estos hombres se les quemaba después de muertos.
1 saludo Jose Luis!!

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Dissortat... pues si sus primeros años como difunto no fueron todo lo tranquilos que el hubiera imaginado... pero parece que en los últimos 1000 años no ha tenido más contratiempos...

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Bragi...

En estos temas eres para mi una autoridad de referencia.

Da la sensación de querer dar un escarmiento de ese tipo, al decir que ni la muerte te hace escapar de expiar tus penas...

Un saludo,

Cayetano dijo...

Realmente macabro y espeluznante. Parece una historia de género "gore" con el muerto sentado en el banquillo de vez en cuando. Menos mal que estaba callado durante los juicios, porque si no cualquier cosa que dijera podría haber sido utilizada en su contra. Jejeje.
Un saludo.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Ya te digo Cayetano... aunque creo que si se le hubiera ocurrido decir algo más de uno se habría hecho caquita en la sotana jajajaja

Ccasconm dijo...

Pues desde luego el difunto papa no estaría muy presentable para el Concilio. La verdad, a pesar del cuadro que ilustra el post, no me imagino a nadie sentando a un cadáver en una silla. Más bien el hombre estaría dentro de su sarcófago y cerrado, porque el olor sería insoportable. Lo que me recuerda a los autos de fe en que se quemaban los huesos de los "herejes" fallecidos... En fin, un horror.

Saludos

Rosa Cáceres dijo...

¡Qué trasiego, madre mía!
No conocía esta historia, pero sí otras semejantes.
Muy interesante.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Carmen,

Dadas las costumbres higiénicas de la época lo mismo el finado no olía muy distinto al resto de comparecientes ;)

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Ya ves Rosa... sus primeros años en el reino de los muertos fueron un poquito ajetreados, aunque los últimos 1000 parece que han sido más descansados...