viernes, 20 de enero de 2012

La princesa Zaida

En el año 1085 Alfonso VI tomaba la ciudad de Toledo, este hecho sembró la preocupación y la alarma entre los reyes y magnates andalusíes. Toledo, la capital de la antigua monarquía visigoda era de nuevo cristiana, lo cual tenía una gran importancia simbólica. Sentarse en el trono toledano hacía recordar los tiempos pasados de la primera unidad peninsular, y podía legitimar a su inquilino a pretender el gobierno de todo el territorio hispano.

 Los musulmanes tomaron la difícil decisión de llamar en su auxilio a unos guerreros nómadas bereberes del otro lado del estrecho, los almorávides. Estos eran unos integristas radicales del Islam, su jefe Yusuf Ibn Tasufín, fanático derviche, se vestía con pieles de oveja y se alimentaba de dátiles y leche de cabra, al estilo de los legendarios guerreros fundadores del Islam. La petición de ayuda que envió el monarca sevillano Al-Mutamid rezaba así:

“Él [Alfonso VI] ha venido pidiéndonos púlpitos, minaretes, mihrabs y mezquitas para levantar en ellas cruces y que sean regidos por sus monjes […] Dios os ha concedido un reino en premio a vuestra Guerra Santa y a la defensa de Sus derechos, por vuestra labor […] y ahora contáis con muchos soldados de Dios que, luchando, ganarán en vida el paraíso.”

Yusuf, cruzará cinco veces el estrecho, la primera derrotará a Alfonso VI en Sagrajas (1088), la segunda hará lo propio en el casillo de Aledo (1090) y su tercer viaje no fue para luchar contra los cristianos, sino para destituir a todos los reyes de taifas y proclamarse emir de Al-Andalus, y es que Yusuf se había encontrado con una tierra rica, con unos reyes divididos que habían relajado las costumbres del Islam y que además observaban gran tolerancia hacia judíos y cristianos, algo que le enfadó notablemente. Enseguida caen bajo su poder Málaga y Granada, viendo como se desarrollaban los acontecimientos Al-Mutamid pide a su hijo Al-Ma’mun, rey de Córdoba, que defienda a toda costa la ciudad, ya que si Córdoba caía la defensa de Sevilla iba a ser misión imposible.

Al-Ma’mun, dada la dispersión de los barrios cordobeses y la simpatía de sus moradores hacia los almorávides, no pudo cumplir con el encargo de su padre cayendo la ciudad en manos de los invasores el 26 de Marzo de 1091, las crónicas árabes describen así el final de Al-Ma’mun:

“intentó abrirse camino con su espada a través de los enemigos y de los traidores pero sucumbió al número. Se le cortó la cabeza, que la pusieron en la punta de una pica y pasearon en triunfo”.

Y es en este momento cuando entra en la historia nuestra protagonista de hoy, la princesa Zaida. Según unas fuentes, Zaida era hija de Al-Mutamin y la poetisa Rumaykiyya, y fue ofrecida en matrimonio a Alfonso VI a cambio de ayuda. Pero según las más recientes investigaciones Zaida no sería hija del rey sevillano, sino la esposa de su hijo Al-Ma’mun, el cual viendo la situación  la puso a salvo mandándola al castillo de Almodóvar del Rio. Esta segunda hipótesis es la que se extrae del al-Bayan al-mugrib FiAhbar Muluk-al Andalus de Ibn Dari encontrado en la gran mezquita de Fez.

Dado que el reino de Sevilla era tributario de Alfonso VI, este envió un ejército de rescate al mando de Alvar Fáñez al castillo de Almodóvar. Este ejército fue derrotado pero pudo rescatar a la princesa que fue llevada a Toledo, ya que a Córdoba no podía volver y la corte de su suegro se dirigía al mismo destino que había tenido la de su esposo. Cuando llegó allí, el rey castellano quedó prendado de la joven. Además, la princesa no llegó con una mano delante y otra detrás, ya que con ella se incorporaron a la corona castellano-leonesa, previa conversión al cristianismo con el nombre de Isabel,  las villas de Cuenca, Uclés, Amasatrigo, Alarcos y Ocaña, para unos en concepto de dote por la boda, para otros en concepto de pago para conseguir ayuda militar contra los almorávides.

Fruto de los amores entre el rey y Zaida entre 1093 y 1094 se produjo el nacimiento del infante Sancho Alfonsez. El rey, que tras cinco matrimonios y dos concubinatos, más una posible relación incestuosa con su hermana, pero esto ahora no viene al caso, no había tenido ningún hijo varón, inmediatamente lo declaró su directo descendiente y heredero de las coronas de León, Castilla, Galicia, Portugal y el resto de condados. Es en este punto donde más se oscurece el asunto de si la boda llegó a celebrarse o no, ya que las crónicas se contradicen entre si, en la De rebús Hispaniae, del arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, se incluye a Zaida entre las esposas de Alfonso VI, pero en la Crónica najerense y el en Chronicon mundi se dice que Zaida fue concubina y no esposa. Si se produjo la boda hubo de ser casi con toda seguridad en este momento, y si no se produjo no sería de extrañar que los autores alterasen las crónicas a posteriori, ya que había que dar forma legal a la sucesión. Y para muestra de ello el fantasioso relato que nos deja el canónigo del siglo XII de la Real Colegiata de San Isidoro, Lucas de Tuy, el cual dice que trató a los que trataron a Zaida:

“… como aquella doncella,…, hija del rey de Sevilla, viendo los milagros que Nuestro Señor por su santo confesor –San Isidoro- tan magníficamente declaraba… renunciando a Mahoma y sus falsedades, deseaba venir de todo corazón a la gracia del santo bautismo. Y como su padre fuere algo inclinado a la fe cristiana, porque según se dice, San Isidoro se la había enseñado una noche que se le apareció por cierta visión, y aquella inclinación tenía secreta… acordó con el rey D. Alfonso enviándole grandes dones y riquezas y suplicándole afectuosamente que tuviese a bien enviar sus caballeros por la dicha doncella, y que la trajeran y pusieren  a recaudo, pues tanto deseaba ser cristiana”.

Vamos que igual que hay políticos que hablan catalán en la intimidad, no sé por qué no iban a existir reyes andalusíes que fueran cristianos en el mismo ámbito privado.

Lo cierto es que con boda o sin ella Zaida gozó, no sé si del amor, pero sí de un gran aprecio por parte del rey. Su llegada a la corte supuso la entrada de nuevos aires de la sociedad musulmana, el arabista conquense González Palencia cuenta que la corte de Alfonso VI “casado con Zaida” parecía una corte musulmana:

“sabios y literatos muslimes andaban al lado del rey, la moneda se acuñaba en tipos semejantes a los árabes, los cristianos vestían a usanza mora y hasta los clérigos mozárabes de Toledo hablaban familiarmente el árabe y conocía muy poco el latín, a juzgar por las anotaciones marginales de sus breviarios”.

De la relación con el rey nacieron tres hijos, el ya citado Sancho, Elvira que se casaría con Rogelio II Rey de Sicilia y Sancha que sería la primera esposa de Rodrigo González de Lara, conde de Liébana.

Sin embargo, poco pudo disfrutar Zaida de su vida en la corte ya que murió cuando contaba alrededor de 30 años, se dice que de sobreparto. El rey quiso que sus restos descansaran en el panteón que había designado para sí, sus reinas e hijos en el Monasterio de San Benito de Sahagún. En la lápida de Zaida había una inscripción que rezaba:

    “UNA LUCE PRIUS SEPTEMBRIS QUUM FORET IDUS SANCIA TRANSIVIT FERIA II HORA TERTIA ZAYDA REGINA DOLENS PEPERIT”

A este mismo panteón irían poco después los restos de su hijo, el infante Sancho, que moriría, sin alcanzar el trono, en la batalla de Uclés cuando contaba entre 12 o 13 años de edad, menuda ocurrencia la de mandar al crio a que viese la guerra cuando no era capaz de defenderse.

Este sepulcro se perdería durante un incendio en 1810, los restos del rey y de sus esposas fueron recogidos en la cámara abacial hasta 1821, año en el que los religiosos fueron expulsados del monasterio, siendo depositados por el abad en una caja colocada en el muro meridional de la capilla del Crucifijo. En este lugar estuvieron hasta 1835 cuando durante la desamortización fueron depositados en el archivo y de ahí se entregaron en depósito a una parienta de uno de los religiosos, llamada Manuela Sargado. Las urnas de jaspe que contuvieron los cuerpos se destinaron a usos más prosaicos como pilas y abrevaderos. Desde ese momento permanecieron ocultos hasta 1902 cuando Rodrigo Fernández Núñez, catedrático del Instituto de Zamora los redescubrió.

Actualmente los restos de Alfonso VI reposan en el Monasterio de las Benedictinas de Sahagún, y en un sepulcro cercano se encuentran los de sus esposas, entre ellos los que se atribuyen a Zaida.

Desde el 14 de Julio de 1950 la princesa Zaida cuenta con una calle en Madrid y desde el 16 de febrero de 1959 en Cuenca.

Fuentes:
Biblioteca Virtual del Instituto Cervantes
www.andalucia.cc
eldesvandemislibros.blogspot.com
wikipedia

16 comentarios:

CAROLVS II, HISPANIARVM ET INDIARVM REX dijo...

Interesante historia que desconocía. No sabía que este rey castellano hubiese intimado con una princesa mora de la que además acabó teniendo descendencia.

Un saludo.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Pues así fué Majestad... escribiendo esta entrada me preguntaba que hubiera sido de la monarquía española si Felipe IV hubiera muerto sin la descendencia de Carlos II ¿hubiera reinado la infanta? o tal vez Don Juan José podría haber llegado al trono?

La Dame Masquée dijo...

Un personaje de lo más interesante y una historia que me tiene fascinada hace tiempo. Curioso que, pese a haber sido la madre de quien estuvo a punto de heredar la corona, siga envuelta en el misterio.
A mí me cuesta creer que si Sancho iba a heredar la corona a falta de otra descendencia, el rey no se casara con Zaida para legitimar el asunto. Pienso que, aunque haya crónicas que solo la recogen como concubina, seguramente lo hizo, y que Zaida podría ser aquella tal Isabel, nombre que habría llevado tras el preceptivo bautismo. Pero vaya usted a saber. Todo resulta muy confuso.

Feliz fin de semana, monsieur

Bisous

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Hola Dama... la verdad es que cualquiera sabe que ocurrió en realidad, si se casaron o no... ultimamente los que entienden de esto se inclinan hacia que no, una de las pruebas que esgrimen es que nunca apareció en los diplomas reales de Alfonso VI, pero lo mismo es que no se conserva ninguno de ellos dada la temprana muerte de Zaida.
Yo prefiero pensar que si ocurrió dicha boda, eso del concubinato me parece degradante.

Cayetano dijo...

Existió el mestizaje cultural y religioso, aunque no fue lo predominante. Hubo mucha gente que se cambió de religión y se adaptó a su nueva realidad. Un ejercicio de mera supervivencia. Zaida no sería el primer caso. Otra cosa es que detrás de todo esto no haya más que teatro por pura conveniencia como ese político que citas que "hablaba catalán en la intimidad". Puro oportunismo. ¿Habrá abandonado del todo la reina Sofía su credo ortodoxo? Una cuestión de simple curiosidad.
Amigo José Luis, te has currado la entrada a base de bien.
Un saludo.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Muchas gracias Cayetano.. me alegro que te guste la entrada, ya que tras el parón navideño andaba un tanto perezoso...

Sobre el mestizaje, pues si hubiera sido deseable que eso hubiera sido la norma y no la excepción, tanto entonces como ahora.

Sobre la reina supongo que como dice el refrán lo que se aprende en la cuna se lleva a la sepultura

desdelaterraza-viajaralahistoria dijo...

Aparte de lo interesante que resulta la histaria de esta princesa, me impresiona, siempre me sucede en tantos otros casos, el periplo de sus restos, de los que al final siempre quedan dudas sobre si serán o no los de aquellos personajes. Un abrazo José Luis.

Anónimo dijo...

Así no es de extrañar que, al hilo de la historia que cuentas, los reyes y reyezuelos (hablo sólo de España) hayan seguido con sus "costumbres" tener esposa y concubinas varias... o "amantes discretas" como se les llama ahora.

Excelente la forma de contarlo.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

DLT, a mi también me pasa lo que a ti, el trajín que se traen con los restos siempre me a parecido curioso y a veces chusco (como el famoso brazo incorrupto de la santa), y al final con tanto movimiento no es de extrañar que se termine traspapelando un muerto.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Ante todo discretas Poldayak, y bien pagadas que según está de achuchá la cosa si no lo estuvieran las teníamos en el Sálvame cualquier día de estos.

Xibe dijo...

Un regreso por todo lo alto, José Luis: un pedazo de historia con todos los ingredientes para enganchar a cualquiera.
En cuanto a las peripecias de los restos mortales de los grandes personajes, me permito recomendar a todos (seguro que muchos ya lo conocerán) el espacio de Nieves Concostrina "Polvo eres" los fines de semana en RNE.
Saludos

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Muchas gracias Xibeliuss por tu comentario. Y me uno a tu recomendación sobre el espacio de Nieves Concostrina.

PACO HIDALGO dijo...

Muchas veces el amor es el mejor contrato de entendimiento entre pueblos o religiones muy diferentes. Esta historia de amor de la princesa mora y el caballero cristiano no es más un ejemplo de la convivencia pacífica entre musulmanes y cristianos en Toledo. Excelente entrada y una gran noticio la vuelta a las tareas blogueras. Un cordial saludo desde ArteTorreherberos.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

Así es Paco... a mi también me gusta pensar que el amor triunfó sobre los prejuicios, aunque eso si ... se tuvo que bautizar algo que la reina Sofía también hubo de hacer ...

Anónimo dijo...

Para aquellos a quienes les guste la historia de Zaida, existe un libro que a mí me encantó.
Zaida, la pasión del rey. No recuerdo el nombre de la escritora tan solo que es aragonesa de Zaragoza creo...
Zaida es el nombre que mi padre escogió para mí, por estar cargado de historia.

Anónimo dijo...

Qué historia mas bonita. Y qué nombre mas bonito . Me gustaria leer este libro. Viva el amor!