En estos tiempos de crisis económica, cuando vemos al modelo del neoliberal fracasar
estrepitosamente; porque el sistema que deja libremente la economía mundial solo a merced de las energías del mercado, lo que hace realmente es abandonar el Mundo a la avaricia de unos pocos. Nuestra actual situación tendría que hacernos reflexionar y buscar nuevos modelos económicos. Para ello nos podemos fijar en el pasado, en concreto en la economía del antiguo Egipto, la cual tenía unas peculiaridades que la han hecho única a lo largo de la Historia de las grandes civilizaciones.
En el Egipto Faraónico, el estado era el propietario de las minas, controlaba la agricultura, repartía los alimentos y regulaba el comercio exterior y todo se pagaba en especie.
La riqueza de Egipto estaba en los excedentes agrícolas que el fértil valle del Nilo producía. El cultivo era sencillo, cuando se retiraban las aguas de la inundación anual, se araban las tierras, luego se arrojaban las semillas proporcionadas por el estado y por último se hacía andar por los campos al ganado para que sus pezuñas enterraran el grano. Con este simple procedimiento conseguían hasta 3 cosechas anuales.
Tras la recolección, la cosecha se llevaba a silos, o a los distintos puntos de recogida determinados para su “redistribución”. Estos centros llevaban una rigurosa administración por parte de escribas especializados. Este rigor era necesario ya que estos almacenes eran los encargados de pagar el salario de todos los trabajadores del responsable del mismo (palacio, templo, noble, etc.); distribuir las semillas para la cosecha siguiente; vender los excedentes y además de todo esto debían guardar reservas para los años de escasez.
Los más favorecidos del pueblo eran los artesanos, ya que los campesinos se tenían que deslomar en los campos y en las minas se dejaban la piel los esclavos, pero los artesanos constituían una próspera clase media, que recibían su paga en 2 partidas, una de productos básicos (pan, aceite, sal, herramientas, vestidos, etc.) y otra en sacos de grano, constituyendo esto último la moneda corriente.
En tiempos de escasez, el grano podía ser sustituido por placas de cobre. Esta inexistencia del dinero tenía sus problemas, ya que el grano era voluminoso de almacenar y el cobre era más valioso transformarlo en herramientas. Estos problemas desembocaban en que fuera el trueque el método de funcionamiento de los mercados. Pero este sistema también tenía su lado bueno, los precios eran fijos e inamovibles, se tiene constancia de artículos que no aumentaron su precio en todo un milenio, es decir, en Egipto no existía la inflación. Este sistema se pudo mantener gracias a que la maquinaria estatal intervenía constantemente en la economía, de esta forma la ley de la oferta y la demanda no tenía vigencia en el país del Nilo, consiguiendo así que en tiempos de escasez los precios no subieran y que los superávits no supusieran un desplome de los mismos.
No todo podía ser bonito en la economía egipcia, este modelo económico imposibilitaba el ahorro, y cuando había un retraso en el pago, cosa frecuente, el trabajador podía verse en serios problemas. Este inconveniente originó en tiempos de Ramsés III (1193-1162 a.C.) la primera huelga registrada de la historia, la protesta la organizaron los trabajadores de Deir el-Medina que cansados de cobrar tarde y mal se sentaron un buen día a la sombra del templo y al grito de ¡Tenemos hambre! se negaron a trabajar en las obras del rey. Los trabajadores no cejaron en su empeño durante meses, hasta que el visir sacudió la caja y pagó los atrasos.
Este sistema funcionó durante 3000 años, solo en las épocas de transición entre imperios (Antiguo, Medio y Nuevo) la cosa se torció y en las tres ocasiones por el mismo motivo, los escribas, funcionarios y sacerdotes empezaron a ver y usar las tierras que administraban como propias, además estos administradores constituían clases que habían ido acumulando privilegios y exenciones fiscales, todo esto en conjunto producía un adelgazamiento del Estado hasta el punto de dejar el Faraón de recibir sus tributos, se decía por entonces “El país se hace más pequeño y sus dirigentes más grandes”.
Sin embargo la economía egipcia no llegó a colapsarse por completo, como lo demuestra el hecho que 1000 años después de la caída del Imperio Nuevo, Egipto era granero y despensa del Imperio Romano.
Como decía al principio creo que se pueden sacar enseñanzas del pasado para nuestra actual crisis, no estoy diciendo que volvamos al trueque, pero si el que el Estado intervenga más en la codicia empresarial, quiero decir, en la economía... ¿en que estaría yo pensando?
Fuente: Muy Especial Nº9